sábado, 21 de febrero de 2009

Un Cuento, "EL GALGO CORREDOR"

Galgo corredor


(En un lugar de La Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor).

Mi relato intenta fabular sobre el origen de uno de estos animales o cómo llegó a las manos de Don Quijote: el galgo.

Como bien es sabido la costumbre, en aquellos lugares y en aquellos tiempos, que cuando el desdichado animal ya no era de utilidad para sus dueños, cazadores por lo general, lo ahorcaban o abandonaban en algún lugar escondido atado y a su suerte que la mayor parte de las veces no era muy buena, por lo que no era extraño encontrar algún famélico animal convertido en esqueleto viviente.

No perdía el buen caballero la esperanza de que, con el paso del tiempo y el avance de la civilización, se suavizaran tan bárbaras costumbres, reflexiones a las que era muy dado hasta rozar con extremos imposibles, de ahí se supone parte de su locura.

Cuando nuestro hombre hallaba alguno de estos animales se lanzaba sin pensarlo a su rescate, pues el uso de lo que él consideraba sus deberes como caballero andante, no distinguía entre unos seres vivos y otros, tan amplia era su visión del cosmos. Esta actitud no dejaba de traerle alguna que otra situación comprometida con gentes de mala ralea y peores sentimientos que con frecuencia se topaba en cualquier recodo del camino.

La reacción de los galgos era por lo general de terror, ya que sin duda las últimas fuerzas que les quedaran serían para rehuir la presencia humana, que tan mal pago les habían dado a su lealtad y cariño sin límite ni condición.

Más, no sufran porque a nuestro galgo no le esperaba tan infame destino, aunque otro gallo le hubiera cantado de haber dado con otra persona, pues ya se sabe que la suerte es para quien la encuentra y no para quien la busca.

Esta pequeña historia está dedicada especialmente a los galgos pero la oportunidad ha hecho que la imaginación conectara con nuestro entrañable caballero andante, atreviéndome a solicitar su ayuda, allá donde se encuentre, para todos los menesterosos simbolizado en un pobre galgo corredor.

M.G.P. - Abril 2002.



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